lunes, 1 de febrero de 2010

Lucas Evangelista

domingo, 10 de enero de 2010

Evangelio de Jesucristo según Lucas, el Médico Griego / Audiovisual

Lucas 1
Introducción
1Por cuanto muchos han tratado de compilar una historia de las cosas que entre nosotros son muy ciertas,
2tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra,

3también a mí me ha parecido conveniente, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el principio, escribírtelas ordenadamente, excelentísimo Teófilo,

4para que sepas la verdad precisa acerca de las cosas que te han sido enseñadas.

Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista
5Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, cierto sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, que tenía por mujer una de las hijas de Aarón que se llamaba Elisabet.
6Ambos eran justos delante de Dios, y se conducían intachablemente en todos los mandamientos y preceptos del Señor.

7No tenían hijos, porque Elisabet era estéril, y ambos eran de edad avanzada.

8Pero aconteció que mientras Zacarías ejercía su ministerio sacerdotal delante de Dios según el orden indicado a su grupo,

9conforme a la costumbre del sacerdocio, fue escogido por sorteo para entrar al templo del Señor y quemar incienso.

10Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora de la ofrenda de incienso.

11Y se le apareció un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.

12Al verlo, Zacarías se turbó, y el temor se apoderó de él.

13Pero el ángel le dijo: No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y lo llamarás Juan.

14Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento.

15Porque él será grande delante del Señor; no beberá ni vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre.

16Y él hará volver a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios.

17E irá delante de Él en el espíritu y poder de Elías PARA HACER VOLVER LOS CORAZONES DE LOS PADRES A LOS HIJOS, y a los desobedientes a la actitud de los justos, a fin de preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto.

18Entonces Zacarías dijo al ángel: ¿Cómo podré saber esto? Porque yo soy anciano y mi mujer es de edad avanzada.

19Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas.

20Y he aquí, te quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto acontezca, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo.

21Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de su tardanza en el templo.

22Pero cuando salió, no podía hablarles, y se dieron cuenta de que había visto una visión en el templo; y él les hablaba por señas, y permanecía mudo.

23Y cuando se cumplieron los días de su servicio sacerdotal, regresó a su casa.

24Y después de estos días, Elisabet su mujer concibió, y se recluyó por cinco meses, diciendo:

25Así ha obrado el Señor conmigo en los días en que se dignó mirarme para quitar mi afrenta entre los hombres.

Anuncio del nacimiento de Jesús
26Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
27a una virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María.

28Y entrando el ángel, le dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo; bendita eres tú entre las mujeres.

29Pero ella se turbó mucho por estas palabras, y se preguntaba qué clase de saludo sería éste.

30Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios.

31Y he aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

32Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David;

33y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

34Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?

35Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso lo santo que nacerá será llamado Hijo de Dios.

36Y he aquí, tu parienta Elisabet en su vejez también ha concebido un hijo; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril.

37Porque ninguna cosa será imposible para Dios.

38Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.

María visita a Elisabet
39En esos días María se levantó y fue apresuradamente a la región montañosa, a una ciudad de Judá;
40y entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet.

41Y aconteció que cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,

42y exclamó a gran voz y dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

43¿Por qué me ha acontecido esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?

44Porque he aquí, apenas la voz de tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de gozo en mi vientre.

45Y bienaventurada la que creyó que tendrá cumplimiento lo que le fue dicho de parte del Señor.

46Entonces María dijo:
Mi alma engrandece al Señor,

47y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

48Porque ha mirado la humilde condición de esta su sierva;
pues he aquí, desde ahora en adelante todas las generaciones me tendrán por bienaventurada.

49Porque grandes cosas me ha hecho el Poderoso;
y santo es su nombre.

50Y DE GENERACION EN GENERACION ES SU MISERICORDIA
PARA LOS QUE LE TEMEN.

51Ha hecho proezas con su brazo;
ha esparcido a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.

52Ha quitado a los poderosos de sus tronos;
y ha exaltado a los humildes;

53A LOS HAMBRIENTOS HA COLMADO DE BIENES
y ha despedido a los ricos con las manos vacías.

54Ha ayudado a Israel, su siervo,
para recuerdo de su misericordia

55tal como dijo a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia para siempre.

56Y María se quedó con Elisabet como tres meses, y después regresó a su casa.

Nacimiento de Juan el Bautista
57Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo.
58Y sus vecinos y parientes oyeron que el Señor había demostrado su gran misericordia hacia ella; y se regocijaban con ella.

59Y al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo iban a llamar Zacarías según el nombre de su padre.

60Pero la madre respondió, y dijo: No, sino que se llamará Juan.

61Y le dijeron: No hay nadie en tu familia que tenga ese nombre.

62Entonces preguntaban por señas al padre, cómo lo quería llamar.

63Y él pidió una tablilla y escribió lo siguiente: Su nombre es Juan. Y todos se maravillaron.

64Al instante le fue abierta su boca y suelta su lengua, y comenzó a hablar dando alabanza a Dios.

65Y vino temor sobre todos los que vivían a su alrededor; y todas estas cosas se comentaban en toda la región montañosa de Judea.

66Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Qué, pues, llegará a ser este niño? Porque la mano del Señor ciertamente estaba con él.

Profecía de Zacarías
67Y su padre Zacarías fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo:

68Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque nos ha visitado y ha efectuado redención para su pueblo,

69y nos ha levantado un cuerno de salvación
en la casa de David su siervo,

70tal como lo anunció por boca de sus santos profetas desde los tiempos antiguos,

71salvación DE NUESTROS ENEMIGOS
y DE LA MANO DE TODOS LOS QUE NOS ABORRECEN;

72para mostrar misericordia a nuestros padres,
y para recordar su santo pacto,

73el juramento que hizo a nuestro padre Abraham:

74concedernos que, librados de la mano de nuestros enemigos,
le sirvamos sin temor

75en santidad y justicia delante de El, todos nuestros días.

76Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo;
porque irás DELANTE DEL SEÑOR PARA PREPARAR SUS CAMINOS;

77para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación
por el perdón de sus pecados,

78por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
con que la Aurora nos visitará desde lo alto,

79PARA DAR LUZ A LOS QUE HABITAN EN TINIEBLAS Y EN SOMBRA DE MUERTE,
para guiar nuestros pies en el camino de paz.

80Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que apareció en público a Israel.



Lucas 2
Nacimiento de Jesús
1Y aconteció en aquellos días que salió un edicto de César Augusto, para que se hiciera un censo de todo el mundo habitado.
2Éste fue el primer censo que se levantó cuando Cirenio era gobernador de Siria.

3Y todos se dirigían a inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad.

4Y también José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David,

5para inscribirse junto con María, desposada con él, la cual estaba encinta.

6Y sucedió que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.

7Y dio a luz a su hijo primogénito; le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Los pastores y los ángeles
8En la misma región había pastores que estaban en el campo, cuidando sus rebaños durante las vigilias de la noche.
9Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor.

10Mas el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo;

11porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.

12Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

13Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo:

14Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace.

15Y aconteció que cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: Vayamos, pues, hasta Belén y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha dado a saber.

16Fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

17Y cuando lo vieron, dieron a saber lo que se les había dicho acerca de este niño.

18Y todos los que lo oyeron se maravillaron de las cosas que les fueron dichas por los pastores.

19Pero María atesoraba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón.

20Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.

21Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, el nombre dado por el ángel antes de que Él fuera concebido en el seno materno.

Jesús presentado en el templo
22Cuando se cumplieron los días para la purificación de ellos, según la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor
23(como está escrito en la Ley del Señor: TODO VARON QUE ABRA LA MATRIZ SERA LLAMADO SANTO PARA EL SEÑOR),

24y para ofrecer un sacrificio conforme a lo dicho en la Ley del Señor: UN PAR DE TORTOLAS O DOS PICHONES.

25Y había en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón; y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.

26Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor.

27Movido por el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús le trajeron para cumplir por El el rito de la ley,

28él tomó al niño en sus brazos, y bendijo a Dios y dijo:

29Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya
en paz, conforme a tu palabra;

30porque han visto mis ojos tu salvación

31la cual has preparado en presencia de todos los pueblos;

32LUZ DE REVELACION A LOS GENTILES,
y gloria de tu pueblo Israel.

33Y los padres del niño estaban asombrados de las cosas que de Él se decían.

34Simeón los bendijo, y dijo a su madre María: He aquí, este niño ha sido puesto para la caída y el levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción

35(y una espada traspasará aun tu propia alma) a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.

36Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad muy avanzada, y había vivido con su marido siete años después de su matrimonio,

37y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones.

38Y llegando ella en ese preciso momento, daba gracias a Dios, y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Crecimiento de Jesús
39Habiendo ellos cumplido con todo conforme a la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40Y el niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.

El niño Jesús discute con los maestros
41Sus padres acostumbraban ir a Jerusalén todos los años a la fiesta de la Pascua.
42Y cuando cumplió doce años, subieron allá conforme a la costumbre de la fiesta;

43y al regresar ellos, después de haber pasado todos los días de la fiesta , el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres,

44y suponiendo que iba en la caravana, anduvieron camino de un día, y comenzaron a buscarle entre los familiares y conocidos.

45Al no hallarle, volvieron a Jerusalén buscándole.

46Y aconteció que después de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

47Y todos los que le oían estaban asombrados de su entendimiento y de sus respuestas.

48Cuando sus padres le vieron, se quedaron maravillados; y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has tratado de esta manera? Mira, tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.

49Entonces Él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre?

50Pero ellos no entendieron las palabras que Él les había dicho.

51Y descendió con ellos y vino a Nazaret, y continuó sujeto a ellos. Y su madre atesoraba todas estas cosas en su corazón.

52Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres.



Lucas 3
Predicación de Juan el Bautista
1En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de la región de Iturea y Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia,
2durante el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

3Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados;

4como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías:
VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO:
"PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR,
HACED DERECHAS SUS SENDAS.

5"TODO VALLE SERA RELLENADO,
Y TODO MONTE Y COLLADO REBAJADO;
LO TORCIDO SE HARA RECTO,
Y LAS SENDAS ASPERAS se volverán CAMINOS LLANOS;

6Y TODA CARNE VERA LA SALVACION DE DIOS."

7Por eso, decía a las multitudes que acudían para que él las bautizara: ¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?

8Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento; y no comencéis a deciros a vosotros mismos: "Tenemos a Abraham por padre", porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras.

9Y también el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego.

10Y las multitudes le preguntaban, diciendo: ¿Qué, pues, haremos?

11Respondiendo él, les decía: El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.

12Vinieron también unos recaudadores de impuestos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?

13Entonces él les respondió: No exijáis más de lo que se os ha ordenado.

14También algunos soldados le preguntaban, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y él les dijo: A nadie extorsionéis, ni a nadie acuséis falsamente, y contentaos con vuestro salario.

15Como el pueblo estaba a la expectativa, y todos se preguntaban en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo,

16Juan respondió, diciendo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más poderoso que yo; a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego.

17El bieldo está en su mano para limpiar completamente su era y recoger el trigo en su granero; pero quemará la paja en fuego inextinguible.

18Y también con muchas otras exhortaciones Juan anunciaba las buenas nuevas al pueblo.

19Pero Herodes el tetrarca, siendo reprendido por él por causa de Herodías, mujer de su hermano, y por todas las maldades que Herodes había hecho,

20añadió además a todas ellas, ésta: que encerró a Juan en la cárcel.

Bautismo de Jesús
21Y aconteció que cuando todo el pueblo era bautizado, Jesús también fue bautizado: y mientras Él oraba, el cielo se abrió,
22y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.

Genealogía de Jesús
23Y cuando comenzó su ministerio , Jesús mismo tenía unos treinta años, siendo, como se suponía, hijo de José, quien era hijo de Elí,
24y Elí, de Matat; Matat, de Leví; Leví, de Melqui; Melqui, de Jana; Jana, de José;

25José, de Matatías; Matatías, de Amós; Amós, de Nahúm; Nahúm, de Esli; Esli, de Nagai;

26Nagai, de Maat; Maat, de Matatías; Matatías, de Semei; Semei, de José; José, de Judá;

27Judá, de Joana; Joana, de Resa; Resa, de Zorobabel; Zorobabel, de Salatiel; Salatiel, de Neri;

28Neri, de Melqui; Melqui, de Adi; Adi, de Cosam; Cosam, de Elmodam; Elmodam, de Er;

29Er, de Josué; Josué, de Eliezer; Eliezer, de Jorim; Jorim, de Matat; Matat, de Leví;

30Leví, de Simeón; Simeón, de Judá; Judá, de José; José, de Jonán; Jonán, de Eliaquim;

31Eliaquim, de Melea; Melea, de Mainán; Mainán, de Matata; Matata, de Natán; Natán, de David;

32David, de Isaí; Isaí, de Obed; Obed, de Booz; Booz, de Salmón; Salmón, de Naasón;

33Naasón, de Aminadab; Aminadab, de Admín; Admín, de Aram; Aram, de Esrom; Esrom, de Fares; Fares, de Judá;

34Judá, de Jacob; Jacob, de Isaac; Isaac, de Abraham; Abraham, de Taré; Taré, de Nacor;

35Nacor, de Serug; Serug, de Ragau; Ragau, de Peleg; Peleg, de Heber; Heber, de Sala;

36Sala, de Cainán; Cainán, de Arfaxad; Arfaxad, de Sem; Sem, de Noé; Noé, de Lamec;

37Lamec, de Matusalén; Matusalén, de Enoc; Enoc, de Jared; Jared, de Mahalaleel; Mahalaleel, de Cainán;

38Cainán, de Enós; Enós, de Set; Set, de Adán; y Adán, de Dios.



Lucas 4
Jesús es tentado
1Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto
2por cuarenta días, siendo tentado por el diablo. Y no comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre.

3Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

4Jesús le respondió: Escrito está: "NO SOLO DE PAN VIVIRA EL HOMBRE."

5Llevándole a una altura, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo.

6Y el diablo le dijo: Todo este dominio y su gloria te daré; pues a mí me ha sido entregado, y a quien quiero se lo doy.

7Por tanto, si te postras delante de mí, todo será tuyo.

8Respondiendo Jesús, le dijo: Escrito está: "AL SEÑOR TU DIOS ADORARAS, Y A ÉL SOLO SERVIRAS."

9Entonces el diablo le llevó a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo desde aquí,

10pues escrito está:
"A SUS ANGELES TE ENCOMENDARA PARA QUE TE GUARDEN",

11y:
"EN LAS MANOS TE LLEVARAN,
NO SEA QUE TU PIE TROPIECE EN PIEDRA."

12Respondiendo Jesús, le dijo: Se ha dicho: "NO TENTARAS AL SEÑOR TU DIOS."

13Cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se alejó de Él esperando un tiempo oportuno.

Ministerio en Galilea
14Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu, y las nuevas acerca de Él se divulgaron por toda aquella comarca.
15Y enseñaba en sus sinagogas, siendo alabado por todos.

Jesús en Nazaret
16Llegó a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre, entró en la sinagoga el día de reposo, y se levantó a leer.
17Le dieron el libro del profeta Isaías, y abriendo el libro, halló el lugar donde estaba escrito:


18EL ESPIRITU DEL SEÑOR ESTA SOBRE MI,
PORQUE ME HA UNGIDO PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO A LOS POBRES.
ME HA ENVIADO PARA PROCLAMAR LIBERTAD A LOS CAUTIVOS,
Y LA RECUPERACION DE LA VISTA A LOS CIEGOS;
PARA PONER EN LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS;

19PARA PROCLAMAR EL AÑO FAVORABLE DEL SEÑOR.

20Cerrando el libro, lo devolvió al asistente y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en Él.

21Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído.

22Y todos hablaban bien de Él y se maravillaban de las palabras llenas de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?

23Entonces Él les dijo: Sin duda me citaréis este refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; esto es, todo lo que oímos que se ha hecho en Capernaúm, hazlo también aquí en tu tierra.

24Y dijo: En verdad os digo, que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra.

25Pero en verdad os digo: muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses y cuando hubo gran hambre sobre toda la tierra;

26y sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta, en la tierra de Sidón.

27Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.

28Y todos en la sinagoga se llenaron de ira cuando oyeron estas cosas,

29y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para despeñarle.

30Pero Él, pasando por en medio de ellos, se fue.

Jesús enseña en Capernaúm
31Y descendió a Capernaúm, ciudad de Galilea. Y les enseñaba en los días de reposo;
32y se admiraban de su enseñanza porque su mensaje era con autoridad.

33Y estaba en la sinagoga un hombre poseído por el espíritu de un demonio inmundo, y gritó a gran voz:

34Déjanos ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.

35Jesús entonces lo reprendió, diciendo: ¡Cállate y sal de él! Y después que el demonio lo derribó en medio de ellos, salió de él sin hacerle ningún daño.

36Y todos se quedaron asombrados, y discutían entre sí, diciendo: ¿Qué mensaje es éste? Porque con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos y salen.

37Y su fama se divulgaba por todos los lugares de la región circunvecina.

Jesús sana a la suegra de Simón y a muchos otros
38Y levantándose, salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. Y la suegra de Simón se hallaba sufriendo con una fiebre muy alta, y le rogaron por ella.
39E inclinándose sobre ella, reprendió la fiebre, y la fiebre la dejó; y al instante ella se levantó y les servía.

40Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades se los llevaban a Él; y poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

41También de muchos salían demonios, gritando y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero, reprendiéndolos, no les permitía hablar, porque sabían que Él era el Cristo.

Jesús recorre otras ciudades
42Cuando se hizo de día, salió y se fue a un lugar solitario; y las multitudes le buscaban, y llegaron adonde Él estaba y procuraron detenerle para que no se separara de ellos.
43Pero Él les dijo: También a las otras ciudades debo anunciar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto yo he sido enviado.

44Y predicaba en las sinagogas de Judea.



Lucas 5
Llamamiento de los primeros discípulos
1Y aconteció que mientras la multitud se agolpaba sobre Él para oír la palabra de Dios, estando Jesús junto al lago de Genesaret,
2vio dos barcas que estaban a la orilla del lago, pero los pescadores habían bajado de ellas y lavaban las redes.

3Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, pidió que se separara de tierra un poco; y sentándose, enseñaba a las multitudes desde la barca.

4Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Sal a la parte más profunda y echad vuestras redes para pescar.

5Respondiendo Simón, dijo: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada, pero porque tú lo pides, echaré las redes.

6Y cuando lo hicieron, encerraron una gran cantidad de peces, de modo que sus redes se rompían;

7entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Y vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.

8Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!

9Porque el asombro se había apoderado de él y de todos sus compañeros, por la redada de peces que habían hecho;

10y lo mismo les sucedió también a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Y Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres.

11Y después de traer las barcas a tierra, dejándolo todo, le siguieron.

Curación de un leproso
12Y aconteció que estando Jesús en una de las ciudades, he aquí, había allí un hombre lleno de lepra; y cuando vio a Jesús, cayó sobre su rostro y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
13Extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra lo dejó.

14Y El le mandó que no se lo dijera a nadie. Pero anda--le dijo--, muéstrate al sacerdote y da una ofrenda por tu purificación según lo ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.

15Y su fama se difundía cada vez más, y grandes multitudes se congregaban para oírle y ser sanadas de sus enfermedades.

16Pero con frecuencia Él se retiraba a lugares solitarios y oraba.

Curación de un paralítico
17Y un día que Él estaba enseñando, había allí sentados algunos fariseos y maestros de la ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y de Jerusalén; y el poder del Señor estaba con Él para sanar.
18Y he aquí, unos hombres trajeron en una camilla a un hombre que estaba paralítico; y trataban de meterlo y ponerlo delante de Jesús.

19Y no hallando cómo introducirlo debido a la multitud, subieron a la azotea y lo bajaron con la camilla a través del techo, poniéndolo en medio, delante de Jesús.

20Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.

21Entonces los escribas y fariseos comenzaron a discurrir, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?

22Conociendo Jesús sus pensamientos, respondió y les dijo: ¿Por qué discurrís en vuestros corazones?

23¿Qué es más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"?

24Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

25Y al instante se levantó delante de ellos, tomó la camilla en que había estado acostado, y se fue a su casa glorificando a Dios.

26Y el asombro se apoderó de todos y glorificaban a Dios; y se llenaron de temor, diciendo: Hoy hemos visto cosas extraordinarias.

Llamamiento de Leví y la cena en su casa
27Después de esto, Jesús salió y se fijó en un recaudador de impuestos llamado Leví, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: Sígueme.
28Y él, dejándolo todo, se levantó y le seguía.

29Y Leví le ofreció un gran banquete en su casa; y había un grupo grande de recaudadores de impuestos y de otros que estaban sentados a la mesa con ellos.

30Y los fariseos y sus escribas se quejaban a los discípulos de Jesús, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los recaudadores de impuestos y con los pecadores?

31Respondiendo Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.

32No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

Pregunta sobre el ayuno
33Y ellos le dijeron: Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oraciones; los de los fariseos también hacen lo mismo, pero los tuyos comen y beben.
34Entonces Jesús les dijo: ¿Acaso podéis hacer que los acompañantes del novio ayunen mientras el novio está con ellos?

35Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, entonces ayunarán en aquellos días.

36También les dijo una parábola: Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; porque entonces romperá el nuevo, y el pedazo del nuevo no armonizará con el viejo.

37Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán,

38sino que el vino nuevo debe echarse en odres nuevos.

39Y nadie, después de beber vino añejo, desea vino nuevo, porque dice: "El añejo es mejor."



Lucas 6
Jesús, Señor del día de reposo
1Y aconteció que un día de reposo Jesús pasaba por unos sembrados, y sus discípulos arrancaban y comían espigas, restregándolas entre las manos.
2Pero algunos de los fariseos dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito en el día de reposo?

3Respondiéndoles Jesús, dijo: ¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre, él y los que con él estaban;

4cómo entró en la casa de Dios, y tomó y comió los panes consagrados, que a nadie es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, y dio también a sus compañeros?

5Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.

Jesús sana al hombre de la mano seca
6Y en otro día de reposo entró en la sinagoga y enseñaba; y había allí un hombre que tenía la mano derecha seca.
7Y los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si sanaba en el día de reposo, a fin de encontrar de qué acusarle.

8Pero Él sabía lo que ellos estaban pensando, y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ven acá. Y él, levantándose, se le acercó.

9Entonces Jesús les dijo: Yo os pregunto: ¿es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal; salvar una vida o destruirla?

10Y después de mirarlos a todos a su alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano quedó sana.

11Pero ellos se llenaron de ira, y discutían entre sí qué podrían hacerle a Jesús.

Jesús escoge a los doce apóstoles
12En esos días Él se fue al monte a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios.
13Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y escogió doce de ellos, a los que también dio el nombre de apóstoles:

14Simón, a quien también llamó Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo y Juan; Felipe y Bartolomé;

15Mateo y Tomás; Jacobo, hijo de Alfeo, y Simón, al que llamaban el Zelote;

16Judas, hijo de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser traidor.

17Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano; y había una gran multitud de sus discípulos, y una gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,

18que habían ido para oírle y para ser sanados de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos eran curados.

19Y toda la multitud procuraba tocarle, porque de Él salía un poder que a todos sanaba.

Las bienaventuranzas
20Volviendo su vista hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
21Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

22Bienaventurados sois cuando los hombres os aborrecen, cuando os apartan de sí, os colman de insultos y desechan vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.

23Alegraos en ese día y saltad de gozo, porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo, pues sus padres trataban de la misma manera a los profetas.

24Pero ¡ay de vosotros los ricos!, porque ya estáis recibiendo todo vuestro consuelo.

25¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque os lamentaréis y lloraréis.

26¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque de la misma manera trataban sus padres a los falsos profetas.

El amor verdadero y su recompensa
27Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen;
28bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan.

29Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, no le niegues tampoco la túnica.

30A todo el que te pida, dale, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames.

31Y así como queréis que los hombres os hagan, haced con ellos de la misma manera.

32Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.

33Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.

34Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos la misma cantidad.

35Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque El es bondadoso para con los ingratos y perversos.

36Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso.

El juicio hacia los demás
37No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
38Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir.

39Les dijo también una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?

40Un discípulo no está por encima de su maestro; mas todo discípulo, después de que se ha preparado bien, será como su maestro.

41¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?

42¿O cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, déjame sacarte la mota que está en tu ojo", cuando tú mismo no ves la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo y entonces verás con claridad para sacar la mota que está en el ojo de tu hermano.

43Porque no hay árbol bueno que produzca fruto malo, ni a la inversa, árbol malo que produzca fruto bueno.

44Pues cada árbol por su fruto se conoce. Porque los hombres no recogen higos de los espinos, ni vendimian uvas de una zarza.

45El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.

Los dos cimientos
46¿Y por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que yo digo?
47Todo el que viene a mí y oye mis palabras y las pone en práctica, os mostraré a quién es semejante:

48es semejante a un hombre que al edificar una casa, cavó hondo y echó cimiento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el torrente rompió contra aquella casa, pero no pudo moverla porque había sido bien construida.

49Pero el que ha oído y no ha hecho nada, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin echar cimiento; y el torrente rompió contra ella y al instante se desplomó, y fue grande la ruina de aquella casa.



Lucas 7
Jesús sana al siervo del centurión
1Cuando Jesús terminó todas sus palabras al pueblo que le oía, se fue a Capernaúm.
2Y el siervo de cierto centurión, a quien éste apreciaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir.

3Al oír hablar de Jesús, el centurión envió a Él unos ancianos de los judíos, pidiéndole que viniera y salvara a su siervo.

4Cuando ellos llegaron a Jesús, le rogaron con insistencia, diciendo: El centurión es digno de que le concedas esto;

5porque él ama a nuestro pueblo y fue él quien nos edificó la sinagoga.

6Jesús iba con ellos, pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centurión envió a unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes más, porque no soy digno de que entres bajo mi techo;

7por eso ni siquiera me consideré digno de ir a ti, tan sólo di la palabra y mi siervo será sanado.

8Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: "Ve", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.

9Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la multitud que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande.

10Y cuando los que habían sido enviados regresaron a la casa, encontraron sano al siervo.

Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín
11Aconteció poco después que Jesús fue a una ciudad llamada Naín; y sus discípulos iban con Él acompañados por una gran multitud.
12Y cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, he aquí, sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y un grupo numeroso de la ciudad estaba con ella.

13Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores.

14Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: Joven, a ti te digo: ¡Levántate!

15El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.

16El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y: Dios ha visitado a su pueblo.

17Y este dicho que se decía de Él, se divulgó por toda Judea y por toda la región circunvecina.

Jesús y los discípulos de Juan
18Entonces los discípulos de Juan le informaron de todas estas cosas.
19Y llamando Juan a dos de sus discípulos, los envió al Señor, diciendo: ¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?

20Cuando los hombres llegaron a Él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, diciendo: "¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?"

21En esa misma hora curó a muchos de enfermedades y aflicciones, y malos espíritus, y a muchos ciegos les dio la vista.

22Y respondiendo Él, les dijo: Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los CIEGOS RECIBEN LA VISTA, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los POBRES SE LES ANUNCIA EL EVANGELIO.

23Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí.

Jesús habla de Juan el Bautista
24Cuando los mensajeros de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
25Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Mirad, los que visten con esplendor y viven en deleites están en los palacios de los reyes.

26Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y uno que es más que un profeta.

27Este es aquel de quien está escrito:
"HE AQUI, YO ENVIO MI MENSAJERO DELANTE DE TU FAZ,
QUIEN PREPARARA TU CAMINO DELANTE DE TI."

28Os digo que entre los nacidos de mujer, no hay nadie mayor que Juan; sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él.

29Cuando todo el pueblo y los recaudadores de impuestos le oyeron, reconocieron la justicia de Dios, siendo bautizados con el bautismo de Juan.

30Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron los propósitos de Dios para con ellos, al no ser bautizados por Juan.

31¿A qué, entonces, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes?

32Son semejantes a los muchachos que se sientan en la plaza y se llaman unos a otros, y dicen: "Os tocamos la flauta, y no bailasteis; entonamos endechas, y no llorasteis."

33Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan, ni bebe vino, y vosotros decís: "Tiene un demonio."

34Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores."

35Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos.

Jesús perdona a una pecadora
36Uno de los fariseos le pedía que comiera con él; y entrando en la casa del fariseo, se sentó a la mesa.
37Y he aquí, había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;

38y poniéndose detrás de Él a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y los ungía con el perfume.

39Pero al ver esto el fariseo que le había invitado, dijo para sí: Si éste fuera un profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, que es una pecadora.

40Y respondiendo Jesús, le dijo: Simón, tengo algo que decirte: Y él dijo: Di, Maestro.

41Cierto prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta;

42y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó generosamente a los dos. ¿Cuál de ellos, entonces, le amará más?

43Simón respondió, y dijo: Supongo que aquel a quien le perdonó más. Y Jesús le dijo: Has juzgado correctamente.

44Y volviéndose hacia la mujer, le dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua para los pies, pero ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos.

45No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.

46No ungiste mi cabeza con aceite, pero ella ungió mis pies con perfume.

47Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama.

48Y a ella le dijo: Tus pecados han sido perdonados.

49Los que estaban sentados a la mesa con Él comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste que hasta perdona pecados?

50Pero Jesús dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.




Lucas 8
Mujeres que servían a Jesús
1Y poco después, El comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunciando las buenas nuevas del reino de Dios; con Él iban los doce,
2y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios,

3y Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos.

Parábola del sembrador
4Habiéndose congregado una gran multitud, y los que de varias ciudades acudían a Él, les habló por parábola:
5El sembrador salió a sembrar su semilla; y al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron.

6Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad.

7Otra parte cayó en medio de los espinos; y los espinos, al crecer con ella, la ahogaron.

8Y otra parte cayó en tierra buena, y creció y produjo una cosecha a ciento por uno. Y al hablar estas cosas, Jesús exclamaba: El que tiene oídos para oír, que oiga.

Explicación de la parábola
9Sus discípulos le preguntaban qué quería decir esta parábola,
10y Él dijo: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablo en parábolas, para que VIENDO, NO VEAN; Y OYENDO, NO ENTIENDAN.

11La parábola es ésta: la semilla es la palabra de Dios.

12Y aquéllos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.

13Y aquéllos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben.

14Y la semilla que cayó entre los espinos, éstos son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura.

15Pero la semilla en la tierra buena, éstos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia.

16Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz.

17Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz.

18Por tanto, tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que tiene se le quitará.

La madre y los hermanos de Jesús
19Entonces su madre y sus hermanos llegaron a donde El estaba, pero no podían acercarse a Él debido al gentío.
20Y le avisaron: Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte.

21Pero respondiendo Él, les dijo: Mi madre y mis hermanos son estos que oyen la palabra de Dios y la hacen.

Jesús calma la tempestad
22Y uno de aquellos días, entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y se hicieron a la mar.
23Pero mientras ellos navegaban, El se durmió; y una violenta tempestad descendió sobre el lago, y comenzaron a anegarse y corrían peligro.

24Y llegándose a Él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Y Él, levantándose, reprendió al viento y a las olas embravecidas, y cesaron y sobrevino la calma.

25Y Él les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Pero ellos estaban atemorizados y asombrados, diciéndose unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun a los vientos y al agua manda y le obedecen?

El endemoniado gadareno
26Navegaron hacia la tierra de los gadarenos que está al lado opuesto de Galilea;
27y cuando Él bajó a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad poseído por demonios, y que por mucho tiempo no se había puesto ropa alguna, ni vivía en una casa, sino en los sepulcros.

28Al ver a Jesús, gritó y cayó delante de Él, y dijo en alta voz: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.

29Porque Él mandaba al espíritu inmundo que saliera del hombre, pues muchas veces se había apoderado de él, y estaba atado con cadenas y grillos y bajo guardia; a pesar de todo rompía las ataduras y era impelido por el demonio a los desiertos.

30Entonces Jesús le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión; porque muchos demonios habían entrado en él.

31Y le rogaban que no les ordenara irse al abismo.

32Y había una piara de muchos cerdos paciendo allí en el monte; y los demonios le rogaron que les permitiera entrar en los cerdos. Y Él les dio permiso.

33Los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos; y la piara se precipitó por el despeñadero al lago, y se ahogaron.

34Y cuando los que los cuidaban vieron lo que había sucedido, huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos.

35Salió entonces la gente a ver qué había sucedido; y vinieron a Jesús, y encontraron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio, y se llenaron de temor.

36Y los que lo habían visto, les contaron cómo el que estaba endemoniado había sido sanado.

37Entonces toda la gente de la región alrededor de los gadarenos le pidió a Jesús que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de un gran temor. Y Él entrando a una barca, regresó.

38Pero el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiera acompañarle; mas Él lo despidió, diciendo:

39Vuelve a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas Dios ha hecho por ti. Y él se fue, proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas Jesús había hecho por él.

Jairo ruega por su hija
40Cuando Jesús volvió, la multitud le recibió con gozo , porque todos le habían estado esperando.
41Y he aquí, llegó un hombre llamado Jairo, que era un oficial de la sinagoga; y cayendo a los pies de Jesús le rogaba que entrara a su casa;

42porque tenía una hija única, como de doce años, que estaba al borde de la muerte. Pero mientras Él iba, la muchedumbre le apretaba.

Jesús sana a una mujer
43Y una mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía y no podía ser curada por nadie,
44se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de su manto, y al instante cesó el flujo de su sangre.

45Y Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Mientras todos lo negaban, Pedro dijo, y los que con él estaban: Maestro, las multitudes te aprietan y te oprimen.

46Pero Jesús dijo: Alguien me tocó, porque me di cuenta que de mí había salido poder.

47Al ver la mujer que ella no había pasado inadvertida, se acercó temblando, y cayendo delante de Él, declaró en presencia de todo el pueblo la razón por la cual le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.

48Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz.

Jesús resucita a la hija de Jairo
49Mientras estaba todavía hablando, vino alguien de la casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro.
50Pero cuando Jesús lo oyó, le respondió: No temas; cree solamente, y ella será sanada.

51Y cuando El llegó a la casa, no permitió que nadie entrara con Él sino sólo Pedro, Juan y Jacobo, y el padre y la madre de la muchacha.

52Todos la lloraban y se lamentaban; pero Él dijo: No lloréis, porque no ha muerto, sino que duerme.

53Y se burlaban de Él, sabiendo que ella había muerto.

54Pero Él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: ¡Niña, levántate!

55Entonces le volvió su espíritu, y se levantó al instante, y Él mandó que le dieran de comer.

56Y sus padres estaban asombrados; pero Él les encargó que no dijeran a nadie lo que había sucedido.



Lucas 9
Misión de los doce
1Reuniendo a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades.
2Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.

3Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos túnicas cada uno.

4En cualquier casa donde entréis, quedaos allí, y sea de allí vuestra salida.

5Y en cuanto a los que no os reciban, al salir de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.

6Entonces salieron, e iban por las aldeas anunciando el evangelio y sanando por todas partes.

Herodes oye hablar de Jesús
7Herodes el tetrarca se enteró de todo lo que estaba pasando, y estaba muy perplejo, porque algunos decían que Juan había resucitado de entre los muertos,
8otros, que Elías había aparecido, y otros, que algún profeta de los antiguos había resucitado.

9Entonces Herodes dijo: A Juan yo lo hice decapitar; ¿quién es, entonces, éste de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle.

Alimentación de los cinco mil
10Y cuando los apóstoles regresaron, dieron cuenta a Jesús de todo lo que habían hecho. Y Él, tomándolos consigo, se retiró aparte a una ciudad llamada Betsaida.
11Pero cuando la gente se dio cuenta de esto, le siguió; y Jesús, recibiéndolos, les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de ser curados.

12El día comenzaba a declinar, y acercándose los doce, le dijeron: Despide a la multitud, para que vayan a las aldeas y campos de los alrededores, y hallen alojamiento y consigan alimentos; porque aquí estamos en un lugar desierto.

13Pero Él les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos y compremos alimentos para toda esta gente.

14(Porque había como cinco mil hombres.) Y Jesús dijo a sus discípulos: Haced que se recuesten en grupos como de cincuenta cada uno.

15Así lo hicieron, haciendo recostar a todos.

16Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los sirvieran a la gente.

17Todos comieron y se saciaron; y se recogieron de lo que les sobró de los pedazos: doce cestas llenas .

La confesión de Pedro
18Y mientras Jesús oraba a solas, estaban con Él los discípulos, y les preguntó, diciendo: ¿Quién dicen las multitudes que soy yo?
19Entonces ellos respondieron, y dijeron: Unos, Juan el Bautista, otros, Elías, y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.

20Y Él les dijo: Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Y Pedro respondiendo, dijo: El Cristo de Dios.

21Pero Él, advirtiéndoles severamente, les mandó que no dijeran esto a nadie,

22diciendo: El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.

23Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.

24Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí, ése la salvará.

25Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se destruye o se pierde?

26Porque el que se averguence de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y la del Padre, y la de los santos ángeles.

27Pero de verdad os digo que hay algunos de los que están aquí, que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.

La transfiguración
28Y como ocho días después de estas palabras, Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.
29Mientras oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su ropa se hizo blanca y resplandeciente.

30Y he aquí, dos hombres hablaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías,

31quienes apareciendo en gloria, hablaban de la partida de Jesús, que Él estaba a punto de cumplir en Jerusalén.

32Pedro y sus compañeros habían sido vencidos por el sueño, pero cuando estuvieron bien despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que estaban con Él.

33Y sucedió que al retirarse ellos de Él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es estarnos aquí; hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías; no sabiendo lo que decía.

34Entonces, mientras él decía esto, se formó una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube.

35Y una voz salió de la nube, que decía: Este es mi Hijo, mi Escogido; a Él oíd.

36Cuando la voz se oyó, Jesús fue hallado solo. Ellos se lo callaron, y por aquellos días no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho endemoniado
37Y aconteció que al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud le salió al encuentro.
38Y he aquí, un hombre de la multitud gritó, diciendo: Maestro, te suplico que veas a mi hijo, pues es el único que tengo,

39y sucede que un espíritu se apodera de él, y de repente da gritos, y el espíritu le hace caer con convulsiones, echando espumarajos; y magullándole, a duras penas se aparta de él.

40Entonces rogué a tus discípulos que lo echaran fuera, y no pudieron.

41Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros y os he de soportar? Trae acá a tu hijo.

42Cuando éste se acercaba, el demonio lo derribó y lo hizo caer con convulsiones. Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre.

43Y todos estaban admirados de la grandeza de Dios.

Jesús anuncia otra vez su muerte Mientras todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
44Haced que estas palabras penetren en vuestros oídos, porque el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
45Pero ellos no entendían estas palabras, y les estaban veladas para que no las comprendieran; y temían preguntarle acerca de ellas.

El mayor en el reino de los cielos
46Y se suscitó una discusión entre ellos, sobre quién de ellos sería el mayor.
47Entonces Jesús, sabiendo lo que pensaban en sus corazones, tomó a un niño y lo puso a su lado,

48y les dijo: El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es grande.

49Y respondiendo Juan, dijo: Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo porque no anda con nosotros.

50Pero Jesús le dijo: No se lo impidáis; porque el que no está contra vosotros, está con vosotros.

Jesús reprende a Jacobo y a Juan
51Y sucedió que cuando se cumplían los días de su ascensión, Él, con determinación, afirmó su rostro para ir a Jerusalén.
52Y envió mensajeros delante de Él; y ellos fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos.

53Pero no le recibieron, porque sabían que había determinado ir a Jerusalén.

54Al ver esto, sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?

55Pero Él, volviéndose, los reprendió, y dijo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois,

56porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.

Lo que demanda el discipulado
57Y mientras ellos iban por el camino, uno le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas.
58Y Jesús le dijo: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.

59A otro dijo: Sígueme. Pero él dijo: Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre.

60Mas Él le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios.

61También otro dijo: Te seguiré, Señor; pero primero permíteme despedirme de los de mi casa.

62Pero Jesús le dijo: Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios.



Lucas 10
Jesús envía a los setenta
1Después de esto, el Señor designó a otros setenta, y los envió de dos en dos delante de Él, a toda ciudad y lugar adonde Él había de ir.
2Y les decía: La mies es mucha, pero los obreros pocos; rogad, por tanto, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.

3Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.

4No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y a nadie saludéis por el camino.

5En cualquier casa que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."

6Y si hay allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; pero si no, se volverá a vosotros.

7Permaneced entonces en esa casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa.

8En cualquier ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os sirvan;

9sanad a los enfermos que haya en ella, y decidles: "Se ha acercado a vosotros el reino de Dios."

10Pero en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, salid a sus calles, y decid:

11"Hasta el polvo de vuestra ciudad que se pega a nuestros pies, nos lo sacudimos en protesta contra vosotros; empero sabed esto: que el reino de Dios se ha acercado."

12Os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma que para aquella ciudad.

13¡Ay de ti Corazín! ¡Ay de ti Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron en vosotras hubieran sido hechos en Tiro y Sidón, hace tiempo que se hubieran arrepentido sentados en cilicio y ceniza.

14Por eso, en el juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras.

15Y tú, Capernaúm, ¿acaso serás elevada hasta los cielos? ¡Hasta el Hades serás hundida!

16El que a vosotros escucha, a mí me escucha, y el que a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió.

Regreso de los setenta
17Los setenta regresaron con gozo, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre.
18Y Él les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

19Mirad, os he dado autoridad para hollar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os hará daño.

20Sin embargo, no os regocijéis en esto, de que los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.

Jesús se regocija
21En aquella misma hora Él se regocijó mucho en el Espíritu Santo, y dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios y a inteligentes, y las revelaste a niños. Sí, Padre, porque así fue de tu agrado.
22Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

23Y volviéndose hacia los discípulos, les dijo aparte: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis;

24porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron.

Pregunta sobre la vida eterna
25Y he aquí, cierto intérprete de la ley se levantó, y para ponerle a prueba dijo: Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
26Y Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?

27Respondiendo él, dijo: AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU FUERZA, Y CON TODA TU MENTE; Y A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.

28Entonces Jesús le dijo: Has respondido correctamente; HAZ ESTO Y VIVIRAS.

29Pero queriendo él justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

Parábola del buen samaritano
30Respondiendo Jesús, dijo: Cierto hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, los cuales después de despojarlo y de darle golpes, se fueron, dejándolo medio muerto.
31Por casualidad cierto sacerdote bajaba por aquel camino, y cuando lo vio, pasó por el otro lado del camino.

32Del mismo modo, también un levita, cuando llegó al lugar y lo vio, pasó por el otro lado del camino.

33Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó adonde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión,

34y acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó.

35Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo: "Cuídalo, y todo lo demás que gastes, cuando yo regrese te lo pagaré."

36¿Cuál de estos tres piensas tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores?

37Y él dijo: El que tuvo misericordia de él. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo.

Jesús visita a Marta y a María
38Mientras iban ellos de camino, Él entró en cierta aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
39Y ella tenía una hermana que se llamaba María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

40Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos; y acercándose a Él, le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.

41Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas;

42pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada.



Lucas 11
Jesús enseña sobre la oración
1Y aconteció que estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó también a sus discípulos.
2Y Él les dijo: Cuando oréis, decid:
"Padre, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.

3"Danos hoy el pan nuestro de cada día.

4"Y perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.
Y no nos metas en tentación."

5También les dijo: Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y va a él a medianoche y le dice: "Amigo, préstame tres panes,

6porque un amigo mío ha llegado de viaje a mi casa, y no tengo nada que ofrecerle";

7y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme para darte nada."

8Os digo que aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, no obstante, por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.

9Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

10Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

11O suponed que a uno de vosotros que es padre, su hijo le pide pan; ¿acaso le dará una piedra? O si le pide un pescado; ¿acaso le dará una serpiente en lugar del pescado?

12O si le pide un huevo; ¿acaso le dará un escorpión?

13Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Jesús y Beelzebú
14Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo, y sucedió que cuando el demonio salió, el mudo habló; y las multitudes se maravillaron.
15Pero algunos de ellos dijeron: Él echa fuera los demonios por Beelzebú, príncipe de los demonios.

16Y otros, para ponerle a prueba, demandaban de Él una señal del cielo.

17Pero conociendo Él sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida contra sí misma, se derrumba.

18Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá en pie su reino? Porque vosotros decís que yo echo fuera demonios por Beelzebú.

19Y si yo echo fuera demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan fuera vuestros hijos? Por consiguiente, ellos serán vuestros jueces.

20Pero si yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros.

21Cuando un hombre fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros.

22Pero cuando uno más fuerte que él lo ataca y lo vence, le quita todas sus armas en las cuales había confiado y distribuye su botín.

23El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama.

24Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso; y al no hallarlo, dice: "Volveré a mi casa de donde salí."

25Y cuando llega, la encuentra barrida y arreglada.

26Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero.

La verdadera dicha
27Y sucedió que mientras decía estas cosas, una de las mujeres en la multitud alzó su voz y le dijo: ¡Dichosa la matriz que te concibió y los senos que te criaron!
28Pero Él dijo: Al contrario, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan.

La gente demanda señal
29Como la multitud se aglomeraba, comenzó a decir: Esta generación es una generación perversa; busca señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás.
30Porque de la misma manera que Jonás vino a ser una señal para los ninivitas, así también lo será el Hijo del Hombre para esta generación.

31La Reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y mirad, algo más grande que Salomón está aquí.

32Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás; y mirad, algo más grande que Jonás está aquí.

La lámpara del cuerpo
33Nadie, cuando enciende una lámpara, la pone en un sótano ni debajo de un almud, sino sobre el candelero, para que los que entren vean la luz.
34La lámpara de tu cuerpo es tu ojo; cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando está malo, también tu cuerpo está lleno de oscuridad.

35Mira, pues, que la luz que en ti hay no sea oscuridad.

36Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, sin tener parte alguna en tinieblas, estará totalmente iluminado como cuando la lámpara te alumbra con sus rayos.
Jesús denuncia a los fariseos y a los intérpretes de la ley
37Cuando terminó de hablar, un fariseo le rogó* que comiera con él; y Jesús entró y se sentó a la mesa.
38Cuando el fariseo vio esto, se sorprendió de que Jesús no se hubiera lavado primero antes de comer, según el ritual judío .

39Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato; pero por dentro estáis llenos de robo y de maldad.

40Necios, el que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de adentro?

41Dad más bien lo que está dentro como obra de caridad, y entonces todo os será limpio.

42Mas ¡ay de vosotros, fariseos!, porque pagáis el diezmo de la menta y la ruda y toda clase de hortaliza, y sin embargo pasáis por alto la justicia y el amor de Dios; pero esto es lo que debíais haber practicado sin descuidar lo otro.

43¡Ay de vosotros, fariseos!, porque amáis los primeros asientos en las sinagogas y los saludos respetuosos en las plazas.

44¡Ay de vosotros!, porque sois como sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo.

45Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también a nosotros nos insultas.

46Y El dijo: ¡Ay también de vosotros, intérpretes de la ley!, porque cargáis a los hombres con cargas difíciles de llevar, y vosotros ni siquiera tocáis las cargas con uno de vuestros dedos.

47¡Ay de vosotros!, porque edificáis los sepulcros de los profetas, y fueron vuestros padres quienes los mataron.

48De modo que sois testigos, y aprobáis las acciones de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros.

49Por eso la sabiduría de Dios también dijo: "Les enviaré profetas y apóstoles, y de ellos, matarán a algunos y perseguirán a otros,

50para que la sangre de todos los profetas, derramada desde la fundación del mundo, se le cargue a esta generación,

51desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y la casa de Dios; sí, os digo que le será cargada a esta generación."

52¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley!, porque habéis quitado la llave del conocimiento; vosotros mismos no entrasteis, y a los que estaban entrando se lo impedisteis.

53Cuando salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarle en gran manera, y a interrogarle minuciosamente sobre muchas cosas,

54tramando contra Él para atraparle en algo que dijera.



Lucas 12
Advertencia contra la hipocresía
1En estas circunstancias, cuando una multitud de miles y miles se había reunido, tanto que se atropellaban unos a otros, Jesús comenzó a decir primeramente a sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2Y nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse.

3Por lo cual, todo lo que habéis dicho en la oscuridad se oirá a la luz, y lo que habéis susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado desde las azoteas.

4Y yo os digo, amigos míos: no temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no tienen más nada que puedan hacer.

5Pero yo os mostraré a quién debéis temer: temed al que, después de matar, tiene poder para arrojar al infierno; sí, os digo: a éste, ¡temed!

6¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Y sin embargo, ni uno de ellos está olvidado ante Dios.

7Es más, aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos.

8Y os digo, que a todo el que me confiese delante de los hombres, el Hijo del Hombre le confesará también ante los ángeles de Dios;

9pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.

10Y a todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

11Y cuando os lleven a las sinagogas y ante los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis de cómo o de qué hablaréis en defensa propia, o qué vais a decir;

12porque el Espíritu Santo en esa misma hora os enseñará lo que debéis decir.

Advertencia contra la avaricia
13Uno de la multitud le dijo: Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia conmigo.
14Pero Él le dijo: ¡Hombre! ¿Quién me ha puesto por juez o árbitro sobre vosotros?

15Y les dijo: Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.

16También les refirió una parábola, diciendo: La tierra de cierto hombre rico había producido mucho.

17Y pensaba dentro de sí, diciendo: "¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?"

18Entonces dijo: "Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes.

19"Y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete."

20Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?"

21Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios.

Advertencia contra la ansiedad
22Y dijo a sus discípulos: Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis.
23Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa.

24Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta; ¡cuánto más valéis vosotros que las aves!

25¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?

26Si vosotros, pues, no podéis hacer algo tan pequeño, ¿por qué os preocupáis por lo demás?

27Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos.

28Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe!

29Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer, ni qué habéis de beber, y no estéis preocupados.

30Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas.

31Mas buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas.

32No temas, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino.

33Vended vuestras posesiones y dad limosnas; haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca ningún ladrón ni la polilla destruye.

34Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.

Parábola de los siervos vigilantes
35Estad siempre preparados y mantened las lámparas encendidas,
36y sed semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame.

37Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al venir, halle velando; en verdad os digo que se ceñirá para servir , y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá.

38Y ya sea que venga en la segunda vigilia, o aun en la tercera, y los halla así, dichosos son aquellos siervos.

39Podéis estar seguros de que si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora iba a venir el ladrón, no hubiera permitido que entrara en su casa.

40Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis.

Parábola del siervo fiel y del infiel
41Entonces Pedro dijo: Señor, ¿nos dices esta parábola a nosotros, o también a todos los demás ?
42Y el Señor dijo: ¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente a quien su señor pondrá sobre sus siervos para que a su tiempo les dé sus raciones?

43Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así.

44De verdad os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes.

45Pero si aquel siervo dice en su corazón: "Mi señor tardará en venir"; y empieza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer, a beber y a embriagarse;

46el señor de aquel siervo llegará un día, cuando él no lo espera y a una hora que no sabe, y lo azotará severamente, y le asignará un lugar con los incrédulos.

47Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor, y que no se preparó ni obró conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes;

48pero el que no la sabía, e hizo cosas que merecían castigo, será azotado poco. A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán.

Jesús, causa de división
49Yo he venido para echar fuego sobre la tierra; y ¡cómo quisiera que ya estuviera encendido!
50Pero de un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!

51¿Pensáis que vine a dar paz en la tierra? No, os digo, sino más bien división.

52Porque desde ahora en adelante, cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos y dos contra tres.

53Estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Cómo discernir el tiempo
54Decía también a las multitudes: Cuando veis una nube que se levanta en el poniente, al instante decís: "Viene un aguacero", y así sucede.
55Y cuando sopla el viento del sur, decís: "Va a hacer calor", y así pasa.

56¡Hipócritas! Sabéis examinar el aspecto de la tierra y del cielo; entonces, ¿por qué no examináis este tiempo presente?

57¿Y por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?

58Porque mientras vas con tu adversario para comparecer ante el magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te eche en la cárcel.

59Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado aun el último centavo.



Lucas 13
Arrepentíos o pereceréis
1En esa misma ocasión había allí algunos que le contaron acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios.
2Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron esto?

3Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

4¿O pensáis que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén?

5Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

Parábola de la higuera estéril
6Y les dijo esta parábola: Cierto hombre tenía una higuera plantada en su viña; y fue a buscar fruto de ella, y no lo halló.
7Y dijo al viñador: "Mira, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. Córtala. ¿Por qué ha de cansar la tierra?"

8Él entonces, respondiendo, le dijo: "Señor, déjala por este año todavía, hasta que yo cave alrededor de ella, y le eche abono,

9y si da fruto el año que viene, bien; y si no, córtala."

Jesús hace un milagro en día de reposo
10Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas un día de reposo,
11y había allí una mujer que durante dieciocho años había tenido una enfermedad causada por un espíritu; estaba encorvada, y de ninguna manera se podía enderezar.

12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, has quedado libre de tu enfermedad.

13Y puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.

14Pero el oficial de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en día de reposo, reaccionó diciendo a la multitud: Hay seis días en los cuales se debe trabajar; venid, pues, en esos días y sed sanados, y no en día de reposo.

15Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócritas, ¿no desata cada uno de vosotros su buey o su asno del pesebre en día de reposo y lo lleva a beber?

16Y ésta, que es hija de Abraham, a la que Satanás ha tenido atada durante dieciocho largos años, ¿no debía ser libertada de esta ligadura en día de reposo?
17Y al decir Él esto, todos sus adversarios se avergonzaban, pero toda la multitud se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por Él.

Parábola del grano de mostaza
18Entonces decía: ¿A qué es semejante el reino de Dios y con qué lo compararé?
19Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y echó en su huerto; y creció y se hizo árbol, y LAS AVES DEL CIELO ANIDARON EN SUS RAMAS.

Parábola de la levadura
20Y volvió a decir: ¿A qué compararé el reino de Dios?
21Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó fermentado.

La puerta estrecha
22Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, mientras proseguía camino a Jerusalén.
23Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y Él les dijo:

24Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán.

25Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, y vosotros, estando fuera, comencéis a llamar a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos", Él respondiendo, os dirá: "No sé de dónde sois."

26Entonces comenzaréis a decir: "Comimos y bebimos en tu presencia, y enseñaste en nuestras calles;"

27y Él dirá: "Os digo que no sé de dónde sois; APARTAOS DE MI, TODOS LOS QUE HACEIS INIQUIDAD."

28Allí será el llanto y el crujir de dientes cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros echados fuera.

29Y vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.

30Y he aquí, hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.
Lamento sobre Jerusalén
31En ese momento llegaron unos fariseos diciéndole: Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.
32Y Él les dijo: Id y decidle a ese zorro: "Yo expulso demonios, y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día cumplo mi propósito."

33Sin embargo, debo seguir mi camino, hoy, mañana y pasado mañana; porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.

34¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!

35He aquí, vuestra casa se os deja desierta; y os digo que no me veréis más, hasta que llegue el tiempo en que digáis: "BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR."



Lucas 14
Jesús sana otra vez en día de reposo
1Y aconteció que cuando Jesús entró en casa de uno de los principales de los fariseos un día de reposo para comer pan, ellos le estaban observando cuidadosamente.
2Y allí, frente a Él, estaba un hombre hidrópico.

3Y dirigiéndose Jesús, a los intérpretes de la ley y a los fariseos, les habló diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo, o no?

4Pero ellos guardaron silencio. Y Él, tomándolo de la mano, lo sanó y lo despidió.

5Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey en un hoyo un día de reposo, y no lo saca inmediatamente?

6Y no pudieron responderle a esto.

Lección sobre la humildad
7Y comenzó a referir una parábola a los invitados, cuando advirtió cómo escogían los lugares de honor a la mesa , diciéndoles:
8Cuando seas invitado por alguno a un banquete de bodas, no tomes el lugar de honor, no sea que él haya invitado a otro más distinguido que tú,

9y viniendo el que te invitó a ti y a él, te diga: "Dale el lugar a éste"; y entonces, avergonzado, tengas que irte al último lugar.

10Sino que cuando seas invitado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, ven más adelante"; entonces serás honrado delante de todos los que se sientan a la mesa contigo.

11Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille será ensalzado.

12Y dijo también al que le había convidado: Cuando ofrezcas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez también te conviden y tengas ya tu recompensa.

13Antes bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a pobres, mancos, cojos, ciegos,

14y serás bienaventurado, ya que ellos no tienen para recompensarte; pues tú serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola de la gran cena
15Cuando uno de los que estaban sentados con Él a la mesa oyó esto, le dijo: ¡Bienaventurado todo el que coma pan en el reino de Dios!
16Pero Él le dijo: Cierto hombre dio una gran cena, e invitó a muchos;

17y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los que habían sido invitados: "Venid, porque ya todo está preparado."

18Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: "He comprado un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me excuses."

19Y otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me excuses."

20También otro dijo: "Me he casado, y por eso no puedo ir."

21Cuando el siervo regresó, informó de todo esto a su señor. Entonces, enojado el dueño de la casa, dijo a su siervo: "Sal enseguida por las calles y callejones de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los ciegos y los cojos."

22Y el siervo dijo: "Señor, se ha hecho lo que ordenaste, y todavía hay lugar."

23Entonces el señor dijo al siervo: "Sal a los caminos y por los cercados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa.

24"Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados probará mi cena."

El costo del discipulado
25Grandes multitudes le acompañaban; y Él, volviéndose, les dijo:
26Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo.

27El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

28Porque, ¿quién de vosotros, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla?

29No sea que cuando haya echado los cimientos y no pueda terminar, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él,

30diciendo: "Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar."

31¿O qué rey, cuando sale al encuentro de otro rey para la batalla, no se sienta primero y delibera si con diez mil hombres es bastante fuerte como para enfrentarse al que viene contra él con veinte mil?

32Y si no, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación y pide condiciones de paz.

33Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser mi discípulo.

34Por tanto, buena es la sal, pero si también la sal ha perdido su sabor, ¿con qué será sazonada?

35No es útil ni para la tierra ni para el muladar; la arrojan fuera. El que tenga oídos para oír, que oiga.



Lucas 15
Parábola de la oveja perdida
1Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle;
2y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este recibe a los pecadores y come con ellos.

3Entonces Él les refirió esta parábola, diciendo:

4¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla?

5Al encontrarla, la pone sobre sus hombros, gozoso;

6y cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: "Alegraos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido."

7Os digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida
8¿O qué mujer, si tiene diez monedas de plata y pierde una moneda, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta hallarla?
9Cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas, diciendo: "Alegraos conmigo porque he hallado la moneda que había perdido."

10De la misma manera, os digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo pródigo
11Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos;
12y el menor de ellos le dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió sus bienes.

13No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente.

14Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.

15Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos.

16Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.

17Entonces, volviendo en sí, dijo: "¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre!

18"Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: 'Padre, he pecado contra el cielo y ante ti;

19ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores.'"

20Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó.

21Y el hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo."

22Pero el padre dijo a sus siervos: "Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies;

23y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos;

24porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a regocijarse.

25Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y se acercó a la casa, oyó música y danzas.

26Y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era todo aquello.

27Y él le dijo: "Tu hermano ha venido, y tu padre ha matado el becerro engordado porque lo ha recibido sano y salvo."

28Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió su padre y le rogaba que entrara.

29Pero respondiendo él, le dijo al padre: "Mira, por tantos años te he servido y nunca he desobedecido ninguna orden tuya, y sin embargo, nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos;

30pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, mataste para él el becerro engordado."

31Y él le dijo: "Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo.

32"Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque éste, tu hermano, estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado."



Lucas 16
El mayordomo infiel
1Decía también Jesús a los discípulos: Había cierto hombre rico que tenía un mayordomo; y éste fue acusado ante él de derrochar sus bienes.
2Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque no puedes ser más mayordomo."

3Y el mayordomo se dijo a sí mismo: "¿Qué haré? Pues mi señor me quita la administración. No tengo fuerzas para cavar, y me da verguenza mendigar.

4"Ya sé lo que haré, para que cuando se me destituya de la administración me reciban en sus casas."

5Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: "¿Cuánto le debes a mi señor?"

6Y él dijo: "Cien barriles de aceite." Y le dijo: "Toma tu factura, siéntate pronto y escribe cincuenta."

7Después dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Y él respondió: "Cien medidas de trigo." Él le dijo: "Toma tu factura y escribe ochenta."

8El señor elogió al mayordomo injusto porque había procedido con sagacidad, pues los hijos de este siglo son más sagaces en las relaciones con sus semejantes que los hijos de luz.

9Y yo os digo: Haceos amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando falten, os reciban en las moradas eternas.

10El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho.

11Por tanto, si no habéis sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas?

12Y si no habéis sido fieles en el uso de lo ajeno, ¿quién os dará lo que es vuestro?

13Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Los fariseos y la ley
14Los fariseos, que eran amantes del dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de Él.
15Y Él les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos ante los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, porque lo que entre los hombres es de alta estima, abominable es delante de Dios.

16La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan; desde entonces se anuncian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él.

17Pero más fácil es que el cielo y la tierra pasen, que un ápice de la ley deje de cumplirse.

18Todo el que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la que está divorciada del marido, comete adulterio.

El rico y Lázaro
19Había cierto hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez.
20Y un pobre llamado Lázaro yacía a su puerta cubierto de llagas,

21ansiando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; además, hasta los perros venían y le lamían las llagas.

22Y sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado.

23En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio* a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su seno.

24Y gritando, dijo: "Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama."

25Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía.

26"Y además de todo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y vosotros, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, y tampoco nadie pueda cruzar de allá a nosotros."

27Entonces él dijo: "Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre,

28pues tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento."

29Pero Abraham dijo: "Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan."

30Y él dijo: "No, padre Abraham, sino que si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán."

31Mas Abraham le contestó: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de entre los muertos."



Lucas 17
Advertencias a los discípulos
1Y Jesús dijo a sus discípulos: Es inevitable que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel por quien vienen!
2Mejor le sería si se le colgara una piedra de molino al cuello y fuera arrojado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeños.

3¡Tened cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo.

4Y si peca contra ti siete veces al día, y vuelve a ti siete veces, diciendo: "Me arrepiento", perdónalo.

La fe y el servicio
5Y los apóstoles dijeron al Señor: ¡Auméntanos la fe!
6Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: "Desarráigate y plántate en el mar." Y os obedecería.

7¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando ovejas, y cuando regresa del campo, le dice: "Ven enseguida y siéntate a comer"?

8¿No le dirá más bien: "Prepárame algo para cenar, y vístete adecuadamente, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después comerás y beberás tú"?

9¿Acaso le da las gracias al siervo porque hizo lo que se le ordenó?

10Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: "Siervos inútiles somos; hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho."
Los diez leprosos
11Y aconteció que mientras iba camino a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea,
12y al entrar en cierta aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia,

13y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro! ¡Ten misericordia de nosotros!

14Cuando Él los vio, les dijo: Id y mostraos a los sacerdotes. Y sucedió que mientras iban, quedaron limpios.

15Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz.

16Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; y éste era samaritano.

17Respondiendo Jesús, dijo: ¿No fueron diez los que quedaron limpios? Y los otros nueve... ¿dónde están?

18¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero?

19Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha sanado.

Llegada del reino de Dios
20Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios no viene con señales visibles,
21ni dirán: "¡Mirad, aquí está!" o: "¡Allí está!" Porque he aquí, el reino de Dios entre vosotros está.

22Y dijo a los discípulos: Vendrán días cuando ansiaréis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.

23Y os dirán: "¡Mirad allí! ¡Mirad aquí!" No vayáis, ni corráis tras ellos .

24Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día.

25Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación.

26Tal como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre.

27Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.

28Fue lo mismo que ocurrió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían;

29pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los destruyó a todos.

30Lo mismo acontecerá el día en que el Hijo del Hombre sea revelado.

31En ese día, el que esté en la azotea y tenga sus bienes en casa, no descienda a llevárselos; y de igual modo, el que esté en el campo no vuelva atrás.

32Acordaos de la mujer de Lot.

33Todo el que procure preservar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la conservará.

34Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; uno será tomado y el otro será dejado.

35Estarán dos mujeres moliendo en el mismo lugar; una será tomada y la otra será dejada.

36Dos estarán en el campo; uno será tomado y el otro será dejado.

37Respondiendo ellos, le dijeron: ¿Dónde, Señor? Y Él les dijo: Donde esté el cuerpo, allí también se juntarán los buitres.



Lucas 18
Parábola de la viuda y el juez injusto
1Y les refería Jesús una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer,
2diciendo: Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno.

3Y había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él constantemente, diciendo: "Hazme justicia de mi adversario."

4Por algún tiempo él no quiso, pero después dijo para sí: "Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre alguno,

5sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia."

6Y el Señor dijo: Escuchad lo que dijo el juez injusto.

7¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?

8Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?

Parábola del fariseo y el publicano
9Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás:
10Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos.

11El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos.

12"Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano."

13Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, ten piedad de mí, pecador."

14Os digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.

Jesús y los niños
15Y le traían aun a los niños muy pequeños para que los tocara, pero al ver esto los discípulos, los reprendían.
16Mas Jesús, llamándolos a su lado, dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios.

17En verdad os digo: el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

El joven rico
18Y cierto hombre prominente le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
19Jesús le respondió: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.

20Tú sabes los mandamientos: "NO COMETAS ADULTERIO, NO MATES, NO HURTES, NO DES FALSO TESTIMONIO, HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE."

21Y él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.

22Cuando Jesús oyó esto, le dijo: Te falta todavía una cosa; vende todo lo que tienes y reparte entre los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme.

23Pero al oír esto, se puso muy triste, pues era sumamente rico.

24Mirándolo Jesús, dijo: ¡Qué difícil es que entren en el reino de Dios los que tienen riquezas!

25Porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.

26Los que oyeron esto, dijeron: ¿Y quién podrá salvarse?

27Y Él respondió: Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.

28Y Pedro dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.

29Entonces Él les dijo: En verdad os digo: no hay nadie que haya dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres o hijos por la causa del reino de Dios,

30que no reciba muchas veces más en este tiempo, y en el siglo venidero, la vida eterna.

Jesús anuncia su muerte por tercera vez
31Tomando aparte a los doce, Jesús les dijo: Mirad, subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que están escritas por medio de los profetas acerca del Hijo del Hombre.
32Pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burla, afrentado y escupido;

33y después de azotarle, le matarán, y al tercer día resucitará.

34Pero ellos no comprendieron nada de esto; este dicho les estaba encubierto, y no entendían lo que se les decía.

Curación de un ciego
35Y aconteció que al acercarse a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando.
36Al oír que pasaba una multitud, preguntaba qué era aquello.

37Y le informaron que pasaba Jesús de Nazaret.

38Entonces gritó, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

39Y los que iban delante lo reprendían para que se callara; pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

40Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajeran; y cuando estuvo cerca, le preguntó:

41¿Qué deseas que haga por ti? Y él dijo: Señor, que recobre la vista.

42Jesús entonces le dijo: Recibe la vista, tu fe te ha sanado.

43Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios; cuando toda la gente vio aquello, dieron gloria a Dios.



Lucas 19
Zaqueo
1Habiendo entrado Jesús en Jericó, pasaba por la ciudad.
2Y un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los recaudadores de impuestos y era rico,

3trataba de ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, ya que él era de pequeña estatura.

4Y corriendo delante, se subió a un sicómoro para verle, porque Jesús estaba a punto de pasar por allí.

5Cuando Jesús llegó al lugar, miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, date prisa y desciende, porque hoy debo quedarme en tu casa.

6Entonces él se apresuró a descender y le recibió con gozo.

7Y al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Ha ido a hospedarse con un hombre pecador.

8Y Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres, y si en algo he defraudado a alguno, se lo restituiré cuadruplicado.

9Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa, ya que él también es hijo de Abraham;

10porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Parábola de las minas
11Estando ellos oyendo estas cosas, continuando Jesús, dijo una parábola, porque Él estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.
12Por eso dijo: Cierto hombre de familia noble fue a un país lejano a recibir un reino para sí y después volver.

13Y llamando a diez de sus siervos, les dio diez minas y les dijo: "Negociad con esto hasta que regrese."

14Pero sus ciudadanos lo odiaban, y enviaron una delegación tras él, diciendo: "No queremos que éste reine sobre nosotros."

15Y sucedió que al regresar él, después de haber recibido el reino, mandó llamar a su presencia a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que habían ganado negociando.

16Y se presentó el primero, diciendo: "Señor, tu mina ha producido diez minas más."

17Y él le dijo: "Bien hecho, buen siervo, puesto que has sido fiel en lo muy poco, ten autoridad sobre diez ciudades."

18Entonces vino el segundo, diciendo: "Tu mina, señor, ha producido cinco minas."

19Y dijo también a éste: "Y tú vas a estar sobre cinco ciudades."

20Y vino otro, diciendo: "Señor, aquí está tu mina, que he tenido guardada en un pañuelo;

21pues te tenía miedo, porque eres un hombre exigente, que recoges lo que no depositaste y siegas lo que no sembraste."

22Él le contestó: "Siervo inútil, por tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Sabías que yo soy un hombre exigente, que recojo lo que no deposité y siego lo que no sembré?

23"Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, y al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?"

24Y dijo a los que estaban presentes: "Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas."

25Y ellos le dijeron: "Señor, él ya tiene diez minas."

26Os digo, que a cualquiera que tiene, más le será dado, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

27Pero a estos mis enemigos, que no querían que reinara sobre ellos, traedlos acá y matadlos delante de mí.

La entrada triunfal
28Habiendo dicho esto, iba delante, subiendo hacia Jerusalén.
29Y aconteció que cuando se acercó a Betfagé y a Betania, cerca del monte que se llama de los Olivos, envió a dos de los discípulos,

30diciendo: Id a la aldea que está enfrente, en la cual, al entrar, encontraréis un pollino atado sobre el cual nunca se ha montado nadie; desatadlo y traedlo.

31Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", de esta manera hablaréis: "Porque el Señor lo necesita."

32Entonces los enviados fueron y lo encontraron como Él les había dicho.

33Mientras desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?

34Y ellos respondieron: Porque el Señor lo necesita.

35Y lo trajeron a Jesús, y echando sus mantos sobre el pollino, pusieron a Jesús sobre él.

36Y mientras Él iba avanzando, tendían sus mantos por el camino.

37Cuando ya se acercaba, junto a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, regocijándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto,

38diciendo:
¡BENDITO EL REY QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!
¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!

39Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.

40Respondiendo Él, dijo: Os digo que si éstos callan, las piedras clamarán.

Jesús llora sobre Jerusalén
41Cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró sobre ella,
42diciendo: ¡Si tú también hubieras sabido en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.

43Porque sobre ti vendrán días, cuando tus enemigos echarán terraplén delante de ti, te sitiarán y te acosarán por todas partes.

44Y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación.

Jesús echa a los mercaderes del templo
45Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían,
46diciéndoles: Escrito está: "Y MI CASA SERA CASA DE ORACION", pero vosotros la habéis hecho CUEVA DE LADRONES.

Jesús enseña en el templo
47Y enseñaba diariamente en el templo, pero los principales sacerdotes, los escribas y los más prominentes del pueblo procuraban matarle;
48y no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de Él, escuchándole.


Lucas 20
La autoridad de Jesús puesta en duda
1Y aconteció que en uno de los días cuando Él enseñaba a la gente en el templo y anunciaba el evangelio, se le enfrentaron los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos,
2y le hablaron, diciéndole: Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio esta autoridad?

3Respondiendo Él, les dijo: Yo también os haré una pregunta; decidme:

4El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?

5Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: "Del cielo", Él dirá: "¿Por qué no le creísteis?"

6Pero si decimos: "De los hombres", todo el pueblo nos matará a pedradas, pues están convencidos de que Juan era un profeta.

7Y respondieron que no sabían de dónde era.

8Jesús entonces les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los labradores malvados
9Y comenzó a referir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y se fue de viaje por mucho tiempo.
10Y al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para que le dieran parte del fruto de la viña; pero los labradores, después de golpearlo, lo enviaron con las manos vacías.

11Volvió a enviar otro siervo; y ellos también a éste, después de golpearlo y ultrajarlo, lo enviaron con las manos vacías.

12Volvió a enviar un tercero; y a éste también lo hirieron y echaron fuera.

13Entonces el dueño de la viña dijo: "¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá a él lo respetarán."

14Pero cuando los labradores lo vieron, razonaron entre sí, diciendo: "Este es el heredero; matémoslo para que la heredad sea nuestra."

15Y arrojándolo fuera de la viña, lo mataron. Por tanto, ¿qué les hará el dueño de la viña?

16Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará la viña a otros. Y cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Nunca suceda tal cosa!

17Pero Él, mirándolos fijamente, dijo: Entonces, ¿qué quiere decir esto que está escrito:
"LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS CONSTRUCTORES,
ESA, EN PIEDRA ANGULAR SE HA CONVERTIDO"?

18Todo el que caiga sobre esa piedra será hecho pedazos; y aquel sobre quien ella caiga, lo esparcirá como polvo.

El pago del impuesto al César
19Los escribas y los principales sacerdotes procuraron echarle mano en aquella misma hora, pero temieron al pueblo; porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola.
20Y acechándole, enviaron espías que fingieran ser justos, para sorprenderle en alguna declaración a fin de entregarle al poder y autoridad del gobernador.

21Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que hablas y enseñas rectamente, y no te guías por las apariencias, sino que enseñas con verdad el camino de Dios.

22¿Nos es lícito pagar impuesto al César, o no?

23Pero Él, percibiendo su astucia, les dijo:

24Mostradme un denario. ¿De quién es la imagen y la inscripción que lleva? Y ellos le dijeron: Del César.

25Entonces Él les dijo: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

26Y no podían sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo; y maravillados de su respuesta, callaron.

Pregunta sobre la resurrección
27Y acercándose a Él algunos de los saduceos (los que dicen que no hay resurrección), le preguntaron,
28diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: "SI EL HERMANO DE ALGUNO MUERE, teniendo MUJER, Y NO DEJA HIJOS, que SU HERMANO TOME LA MUJER Y LEVANTE DESCENDENCIA A SU HERMANO."

29Eran, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar hijos;

30y el segundo

31y el tercero la tomaron; y de la misma manera también los siete, y murieron sin dejar hijos.

32Por último, murió también la mujer.

33Por tanto, en la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.

34Y Jesús les dijo: Los hijos de este siglo se casan y son dados en matrimonio,

35pero los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan ni son dados en matrimonio;

36porque tampoco pueden ya morir, pues son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.

37Pero que los muertos resucitan, aun Moisés lo enseñó, en aquel pasaje sobre la zarza ardiendo, donde llama al Señor, EL DIOS DE ABRAHAM, Y DIOS DE ISAAC, Y DIOS DE JACOB.

38Él no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven para Él.

39Y algunos de los escribas respondieron, y dijeron: Maestro, bien has hablado.

40Porque ya no se atrevían a preguntarle nada.

Jesús, Hijo y Señor de David
41Entonces Él les dijo: ¿Cómo es que dicen que el Cristo es el hijo de David?
42Pues David mismo dice en el libro de los Salmos:
EL SEÑOR DIJO A MI SEÑOR:
"SIENTATE A MI DIESTRA,

43HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS POR ESTRADO DE TUS PIES."

44David, por tanto, le llama "Señor." ¿Cómo, pues, es Él su hijo?

Advertencia contra los escribas
45Mientras todo el pueblo escuchaba, dijo a los discípulos:
46Cuidaos de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras largas, y son amantes de los saludos respetuosos en las plazas, y de ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes;

47que devoran las casas de las viudas, y por las apariencias hacen largas oraciones; ellos recibirán mayor condenación.



Lucas 21
La ofrenda de la viuda
1Levantando Jesús la vista, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro.
2Y vio también a una viuda pobre que echaba allí dos pequeñas monedas de cobre;

3y dijo: En verdad os digo, que esta viuda tan pobre echó más que todos ellos;

4porque todos ellos echaron en la ofrenda de lo que les sobraba, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para vivir.

Profecía sobre la destrucción del templo
5Y mientras algunos estaban hablando del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:
6En cuanto a estas cosas que estáis mirando, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

7Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando estas cosas vayan a suceder?

8Y Él dijo: Mirad que no seáis engañados; porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: "Yo soy el Cristo ", y: "El tiempo está cerca". No los sigáis.

9Y cuando oigáis de guerras y disturbios, no os aterroricéis; porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucederá inmediatamente.

Señales y persecuciones
10Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación y reino contra reino;
11habrá grandes terremotos, y plagas y hambres en diversos lugares; y habrá terrores y grandes señales del cielo.

12Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles, llevándoos ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre.

13Esto os dará oportunidad de testificar.

14Por tanto, proponed en vuestros corazones no preparar de antemano vuestra defensa;

15porque yo os daré palabras y sabiduría que ninguno de vuestros adversarios podrá resistir ni refutar.

16Pero seréis entregados aun por padres, hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de vosotros,

17y seréis odiados de todos por causa de mi nombre.

18Sin embargo, ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

19Con vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas.

20Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su desolación está cerca.

21Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes, y los que estén en medio de la ciudad, aléjense; y los que estén en los campos, no entren en ella;

22porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.

23¡Ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad sobre la tierra, e ira para este pueblo;

24y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.

La venida del Hijo del Hombre
25Y habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra, angustia entre las naciones, perplejas a causa del rugido del mar y de las olas,
26desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas.

27Y entonces verán AL HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN UNA NUBE con poder y gran gloria.

28Cuando estas cosas empiecen a suceder, erguíos y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra redención.

Parábola de la higuera
29Y les refirió una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
30Cuando ya brotan las hojas, al verlo, sabéis por vosotros mismos que el verano ya está cerca.

31Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca.

32En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.

33El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.

Exhortación a velar
34Estad alerta, no sea que vuestro corazón se cargue con disipación y embriaguez y con las preocupaciones de la vida, y aquel día venga súbitamente sobre vosotros como un lazo;
35porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.

36Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre.

37Durante el día enseñaba en el templo, pero al oscurecer salía y pasaba la noche en el monte llamado de los Olivos.

38Y todo el pueblo madrugaba para ir al templo a escucharle.



Lucas 22
Traición de Judas
1Se acercaba la fiesta de los panes sin levadura, llamada la Pascua.
2Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo dar muerte a Jesús, pues temían al pueblo.

3Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que pertenecía al número de los doce;

4y él fue y discutió con los principales sacerdotes y con los oficiales sobre cómo se lo entregaría.

5Ellos se alegraron y convinieron en darle dinero.

6Él aceptó, y buscaba una oportunidad para entregarle, sin hacer un escándalo.

Preparación de la Pascua
7Llegó el día de la fiesta de los panes sin levadura en que debía sacrificarse el cordero de la Pascua.
8Entonces Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id y preparad la Pascua para nosotros, para que la comamos.

9Ellos le dijeron: ¿Dónde deseas que la preparemos?

10Y Él les respondió: He aquí, al entrar en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle a la casa donde entre.

11Y diréis al dueño de la casa: "El Maestro te dice: '¿Dónde está la habitación, en la cual pueda comer la Pascua con mis discípulos?'"

12Entonces él os mostrará un gran aposento alto, dispuesto; preparadla allí.

13Entonces ellos fueron y encontraron todo tal como Él les había dicho; y prepararon la Pascua.

Institución de la Cena del Señor
14Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa, y con Él los apóstoles,
15y les dijo: Intensamente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer;

16porque os digo que nunca más volveré a comerla hasta que se cumpla en el reino de Dios.

17Y habiendo tomado una copa, después de haber dado gracias, dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros;

18porque os digo que de ahora en adelante no beberé del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.

19Y habiendo tomado pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.

20De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros.

21Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.

22Porque en verdad, el Hijo del Hombre va según se ha determinado, pero ¡ay de aquel hombre por quien Él es entregado!

23Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer esto.

Los discípulos discuten sobre quién es el mayor
24Se suscitó también entre ellos un altercado, sobre cuál de ellos debería ser considerado como el mayor.
25Y Jesús les dijo: Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos; y los que tienen autoridad sobre ellos son llamados bienhechores.

26Pero no es así con vosotros; antes, el mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve.

27Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre vosotros yo soy como el que sirve.

28Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas;

29y así como mi Padre me ha otorgado un reino, yo os otorgo

30que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino; y os sentaréis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.

Jesús predice la negación de Pedro
31Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo;
32pero yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos.

33Y Pedro le dijo: Señor, estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte.

34Pero Jesús le dijo: Te digo, Pedro, que el gallo no cantará hoy hasta que tú hayas negado tres veces que me conoces.

Bolsa, alforja y espada
35Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿acaso os faltó algo? Y ellos contestaron: No, nada.
36Entonces les dijo: Pero ahora, el que tenga una bolsa, que la lleve consigo, de la misma manera también una alforja, y el que no tenga espada, venda su manto y compre una.

37Porque os digo que es necesario que en mí se cumpla esto que está escrito: "Y CON LOS TRANSGRESORES FUE CONTADO"; pues ciertamente, lo que se refiere a mí, tiene su cumplimiento.

38Y ellos dijeron: Señor, mira, aquí hay dos espadas. Y Él les dijo: Es suficiente.

Jesús en Getsemaní
39Y saliendo, se encaminó, como de costumbre, hacia el monte de los Olivos; y los discípulos también le siguieron.
40Cuando llegó al lugar, les dijo: Orad para que no entréis en tentación.

41Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba,

42diciendo: Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

43Entonces se le apareció un ángel del cielo, fortaleciéndole.

44Y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra.

45Cuando se levantó de orar, fue a los discípulos y los halló dormidos a causa de la tristeza,

46y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación.

Arresto de Jesús
47Mientras todavía estaba Él hablando, he aquí, llegó una multitud, y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos, y se acercó a Jesús para besarle.
48Pero Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?

49Y cuando los que rodeaban a Jesús vieron lo que iba a suceder, dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?

50Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.

51Respondiendo Jesús, dijo: ¡Deteneos! Basta de esto. Y tocando la oreja al siervo, lo sanó.

52Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los oficiales del templo y a los ancianos que habían venido contra Él: ¿Habéis salido con espadas y garrotes como contra un ladrón?

53Cuando estaba con vosotros cada día en el templo, no me echasteis mano; pero esta hora y el poder de las tinieblas son vuestros.

La negación de Pedro
54Habiéndole arrestado, se lo llevaron y le condujeron a la casa del sumo sacerdote; mas Pedro le seguía de lejos.
55Después de encender ellos una hoguera en medio del patio, y de sentarse juntos, Pedro se sentó entre ellos.

56Y una sirvienta, al verlo sentado junto a la lumbre, fijándose en él detenidamente, dijo: También éste estaba con Él.

57Pero él lo negó, diciendo: Mujer, yo no le conozco.

58Un poco después, otro al verlo, dijo: ¡Tú también eres uno de ellos! Pero Pedro dijo: ¡Hombre, no es cierto!

59Pasada como una hora, otro insistía, diciendo: Ciertamente éste también estaba con Él, pues él también es galileo.

60Pero Pedro dijo: Hombre, yo no sé de qué hablas. Y al instante, estando él todavía hablando, cantó un gallo.

61Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro. Y recordó Pedro la palabra del Señor, cómo le había dicho: Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces.

62Y saliendo fuera, lloró amargamente.

Jesús escarnecido
63Los hombres que tenían a Jesús bajo custodia, se burlaban de Él y le golpeaban;
64y vendándole los ojos, le preguntaban, diciendo: Adivina, ¿quién es el que te ha golpeado?

65También decían muchas otras cosas contra Él, blasfemando.

Jesús ante el concilio
66Cuando se hizo de día, se reunió el concilio de los ancianos del pueblo, tanto los principales sacerdotes como los escribas, y llevaron a Jesús ante su concilio, diciendo:
67Si tú eres el Cristo, dínoslo. Pero Él les dijo: Si os lo digo, no creeréis;

68y si os pregunto, no responderéis.

69Pero de ahora en adelante, EL HIJO DEL HOMBRE ESTARA SENTADO A LA DIESTRA del poder DE DIOS.

70Dijeron todos: Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios? Y Él les respondió: Vosotros decís que yo soy.

71Y ellos dijeron: ¿Qué necesidad tenemos ya de testimonio? Pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca.



Lucas 23
Jesús ante Pilato
1Entonces toda la asamblea de ellos se levantó, y llevaron a Jesús ante Pilato.
2Y comenzaron a acusarle, diciendo: Hemos hallado que éste pervierte a nuestra nación, prohibiendo pagar impuesto al César, y diciendo que Él mismo es Cristo, un rey.

3Pilato entonces le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús respondiéndole, dijo: Tú lo dices.

4Y Pilato dijo a los principales sacerdotes y a la multitud: No encuentro delito en este hombre.

5Pero ellos insistían, diciendo: Él alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.

6Cuando Pilato oyó esto, preguntó si el hombre era galileo.

7Y al saber que Jesús pertenecía a la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que también estaba en Jerusalén en aquellos días.

Jesús ante Herodes
8Herodes, al ver a Jesús se alegró en gran manera, pues hacía mucho tiempo que quería verle por lo que había oído hablar de Él, y esperaba ver alguna señal que Él hiciera.
9Y le interrogó extensamente, pero Jesús nada le respondió.

10Los principales sacerdotes y los escribas también estaban allí, acusándole con vehemencia.

11Entonces Herodes, con sus soldados, después de tratarle con desprecio y burlarse de Él, le vistió con un espléndido manto y le envió de nuevo a Pilato.

12Aquel mismo día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes habían estado enemistados el uno con el otro.

Pilato condena a Jesús
13Entonces Pilato convocó a los principales sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo,
14y les dijo: Me habéis presentado a este hombre como uno que incita al pueblo a la rebelión, pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado ningún delito en este hombre de las acusaciones que hacéis contra Él.

15Ni tampoco Herodes, pues nos lo ha remitido de nuevo; y he aquí que nada ha hecho que merezca la muerte.

16Por consiguiente, después de castigarle, le soltaré.

17Y tenía obligación de soltarles un preso en cada fiesta.

18Pero todos ellos gritaron a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!

19(Este había sido echado en la cárcel por un levantamiento ocurrido en la ciudad, y por homicidio.)

20Pilato, queriendo soltar a Jesús, les volvió a hablar,

21pero ellos continuaban gritando, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!

22Y él les dijo por tercera vez: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho éste? No he hallado en El ningún delito digno de muerte; por tanto, le castigaré y le soltaré.

23Pero ellos insistían, pidiendo a grandes voces que fuera crucificado. Y sus voces comenzaron a predominar.

24Entonces Pilato decidió que se les concediera su demanda.

25Y soltó al que ellos pedían, al que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, pero a Jesús lo entregó a la voluntad de ellos.

Jesús se dirige al Calvario
26Cuando le llevaban, tomaron a un cierto Simón de Cirene que venía del campo y le pusieron la cruz encima para que la llevara detrás de Jesús.
27Y le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y se lamentaban por Él.

28Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos.

29Porque he aquí, vienen días en que dirán: "Dichosas las estériles, y los vientres que nunca concibieron, y los senos que nunca criaron."

30Entonces comenzarán A DECIR A LOS MONTES: "CAED SOBRE NOSOTROS"; Y A LOS COLLADOS: "CUBRIDNOS."

31Porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?

32Y llevaban también a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos con Él.

La crucifixión
33Cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera", crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
34Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus vestidos.

35Y el pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se mofaban de Él, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo de Dios, su Escogido.

36Los soldados también se burlaban de Él, acercándose y ofreciéndole vinagre,

37y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

38Había también una inscripción sobre Él, que decía: ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.

Los dos malhechores
39Y uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
40Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena?

41Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste nada malo ha hecho.

42Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.

43Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Muerte de Jesús
44Era ya como la hora sexta, cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena
45al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos.

46Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU. Y habiendo dicho esto, expiró.

47Cuando el centurión vio lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: Ciertamente, este hombre era inocente.

48Y cuando todas las multitudes que se habían reunido para presenciar este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho.

49Pero todos sus conocidos y las mujeres que le habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas.

Sepultura de Jesús
50Y había un hombre llamado José, miembro del concilio, varón bueno y justo
51(el cual no había asentido al plan y al proceder de los demás) que era de Arimatea, ciudad de los judíos, y que esperaba el reino de Dios.

52Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús,

53y bajándole, le envolvió en un lienzo de lino, y le puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía.

54Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.

55Y las mujeres que habían venido con Él desde Galilea siguieron detrás, y vieron el sepulcro y cómo fue colocado el cuerpo.

56Y cuando regresaron, prepararon especias aromáticas y perfumes. Y en el día de reposo descansaron según el mandamiento.



Lucas 24
La resurrección
1Pero el primer día de la semana, al rayar el alba, las mujeres vinieron al sepulcro trayendo las especias aromáticas que habían preparado.
2Y encontraron que la piedra había sido removida del sepulcro,

3y cuando entraron, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.

4Y aconteció que estando ellas perplejas por esto, de pronto se pusieron junto a ellas dos varones en vestiduras resplandecientes;

5y estando ellas aterrorizadas e inclinados sus rostros a tierra, ellos les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

6No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos cómo os habló cuando estaba aún en Galilea,

7diciendo que el Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día resucitar.

8Entonces ellas se acordaron de sus palabras,

9y regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás.

10Eran María Magdalena y Juana y María, la madre de Jacobo; también las demás mujeres con ellas referían estas cosas a los apóstoles.

11Y a ellos estas palabras les parecieron como disparates, y no las creyeron.

12Pero Pedro se levantó y corrió al sepulcro; e inclinándose para mirar adentro, vio sólo las envolturas de lino; y se fue a su casa, maravillado de lo que había acontecido.

Jesús se manifiesta a dos discípulos
13Y he aquí que aquel mismo día dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como a once kilómetros de Jerusalén.
14Y conversaban entre sí acerca de todas estas cosas que habían acontecido.

15Y sucedió que mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos.

16Pero sus ojos estaban velados para que no le reconocieran.

17Y El les dijo: ¿Qué discusiones son estas que tenéis entre vosotros mientras vais andando? Y ellos se detuvieron, con semblante triste.

18Respondiendo uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días?

19Entonces Él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: Las referentes a Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;

20y cómo los principales sacerdotes y nuestros gobernantes le entregaron a sentencia de muerte y le crucificaron.

21Pero nosotros esperábamos que Él era el que iba a redimir a Israel. Pero además de todo esto, este es el tercer día desde que estas cosas acontecieron.

22Y también algunas mujeres de entre nosotros nos asombraron; pues cuando fueron de madrugada al sepulcro,

23y al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto una aparición de ángeles que decían que Él vivía.

24Algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y lo hallaron tal como también las mujeres habían dicho; pero a Él no le vieron.

25Entonces Jesús les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!

26¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en su gloria?

27Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras.

28Se acercaron a la aldea adonde iban, y Él hizo como que iba más lejos.

29Y ellos le instaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya ha declinado. Y entró a quedarse con ellos.

30Y sucedió que al sentarse a la mesa con ellos, tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio.

31Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; pero Él desapareció de la presencia de ellos.

32Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?

33Y levantándose en esa misma hora, regresaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos,

34que decían: Es verdad que el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.

35Y ellos contaban sus experiencias en el camino, y cómo le habían reconocido en el partir del pan.

Jesús se aparece a los discípulos
36Mientras ellos relataban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
37Pero ellos, aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu.

38Y Él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y por qué surgen dudas en vuestro corazón?

39Mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.

40Y cuando dijo esto les mostró las manos y los pies.

41Como ellos todavía no lo creían a causa de la alegría y que estaban asombrados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?

42Entonces ellos le presentaron parte de un pescado asado.

43Y Él lo tomó y comió delante de ellos.

La gran comisión
44Y les dijo: Ésto es lo que yo os decía cuando todavía estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
45Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras,

46y les dijo: Así está escrito, que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día;

47y que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.

48Vosotros sois testigos de estas cosas.

49Y he aquí, yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre; pero vosotros, permaneced en la ciudad hasta que seáis investidos con poder de lo alto.

Jesús se despide de sus discípulos
50Entonces los condujo fuera de la ciudad, hasta cerca de Betania, y alzando sus manos, los bendijo.
51Y aconteció que mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado arriba al cielo.

52Ellos, después de adorarle, regresaron a Jerusalén con gran gozo,

53y estaban siempre en el templo alabando a Dios.